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sábado, 21 de julio de 2012

Capítulo 5

La mañana se ha hecho larga pero en cuanto llega la hora del recreo nos vamos todos disparados a la cafetería que es bastante amplia y de colores claros. A la derecha de la puerta de entrada, donde nos encontramos decidiendo en que sitio ponernos, está el bufete de la comida, andamos hasta él y nos servimos la comida que no es gran cosa. Las mesas son de madera y alargadas como las de picnic, pero estas están pintadas de blanco. En ellas caben hasta ocho personas.
Durante los recreos solemos hablar de muchas cosas, pero sobre todo de chicos y ropa, en las que Ángelo también participa dando su opinión y su punto de vista, también hablamos sobre lo mala que está a veces la comida o de cosas puntuales que pasan ese día.
Dominique saca el tema de la fiesta de Navidad del instituto. Están planeando para este Sábado ir al centro comercial de compras, y este año quiero comprarme algo especial, el problema es encontrar algo que me guste.
Cuando terminamos volvemos todos a nuestras clases, en las cuales a Kathy y a mi nos toca Literatura con la profesora Amber Sassen. Tiene al rededor de 30 años y es algo bajita, también tiene el pelo largo y negro como el azabache, sus ojos de un marrón rojizo; un color un tanto raro, pero aun así, destacan entre su pelo y su pálida piel. Siempre va bien vestida, por lo que se puede decir que le gusta ir a la moda.
La clase de Literatura es una de las que más me gusta, no solo por la asignatura, sino también por que la Srta. Sassen; es simpática y hace las clases divertidas. La verdad es que las horas que teníamos con ella era una de las mejores.
Suena el timbre del cambio de clase y recogemos las cosas para dirigimos hacia la case de Química en el laboratorio, esa hora estamos Katy, Dominique, Kathy -que, por suerte, está en todas mis clases- y yo. Tenemos que hacer un experimento en grupo y, como es de suponer, nos ponemos las cuatro juntas. Las dos horas próximas las pasamos Kathy y yo aburridas, otra vez.

A la salida, como de costumbre, soy una de las últimas en salir y cuando salgo, a lo lejos, en el aparcamiento del instituto veo a un chico apoyado en el capó de un coche negro con los cristales tintados. El coche es un BMW de los nuevos, solo reconozco eso, porque los coches no son mi punto fuerte.
Miro al chico y me resulta familiar, pero no consigo identificarlo ni recordar de qué. Me mira, y yo aparto la mirada de él. Me estoy poniendo nerviosa, pero son nervios de miedo por que su mirada es un tanto extraña. Sigo andando hacia adelante y vuelvo a mirar para ver si sigue mirando, pero, para mi sorpresa, ya no hay nadie. ¿Qué ha pasado, un minuto? Me quedo más tranquila porque se ha ido, pero bastante extrañada. De todas maneras sigo adelante mirando hacia el suelo, pensando en lo extraño que había sido eso, levanto la cabeza y veo a Sharon viniendo hacia a mí.
-- Hola Leslie - dice -. ¿Qué haces todavía aquí?
-- Pues me he entretenido un momento con una... Cosa - contesto -. ¿Y tú?
Sharon se detiene enfrente de mí. Lleva un pequeño maletín cruzado por el pecho, es como de piel marrón oscura con un broche de color dorado viejo y redondo de cierre, tiene una flor grabada en el medio.
Me quedo mirando el broche, ese símbolo me suena de algo...
El día se está tornando nublado y se ha levantando un aire de lo más desagradable. De pronto me noto una gota fría en mi cara; no es lluvia, es nieve. Está nevando, qué sorpresa, hace mucho que no pasa y me encanta cuando nieva.
Sigo fijándome en el maletín de Sharon y veo que también tiene como el pico de una hoja amarillenta sobresaliendo. Ella se percata de lo que estoy mirando, lo mira y lo guarda.
Vuelvo a mirar una última vez el broche. Ya me acuerdo de qué me suena: es el mismo dibujo que tenía de la carta que encontré en el parque.
-- Pues yo vengo a la biblioteca del instituto a por un libro - contesta por fin.
-- Ah, vale. Bueno me voy ya, Sharon - le digo -. Ya nos vemos.
-- Adiós, Leslie - dice.
Empiezo a andar y me paro para girarme y mirar a Sharon, sigue dirigiendose hacia dentro del viejo instituto Sealmor. Es alto y muy antiguo, dicen que hace mucho tiempo atrás había sido un orfanato, después un internado y ahora ha acabado siendo un instituto. Un tanto misterioso, pero acogedor.

Sigue nevando, y cada vez un poco más fuerte, las calles se ven preciosas teñidas de blanco, las casas, buzones, el césped... Todo nevado. Voy por la calle Orshcuort, una calle bastante peculiar, desde mi perspectiva las casas están a mi derecha y tienen una parte delantera muy amplia, con un jardín, ahora mismo nevado; la acera, que es por donde yo voy, y la carretera a mi derecha, que tiene la marca oscura de neumáticos sobre la nieve.
Más a la derecha había un bosque, también nevado, con arboles de copas altas, mucha verdina y musgos. A ese bosque iba yo de pequeña con mi padre y jugábamos a que estábamos en un cuento de hadas y yo era la princesa de todas ellas, siempre he pensado que ese bosque tiene algo más que simples arboles, tal vez me equivoque.
Como tantas veces hago, comienzo a mirar al suelo mientras dejo la mente en blanco, de pronto veo las huellas de un pájaro en la nieve que se dirigen hacia adelante y las sigo con la mirada. Es un cuervo que se gira en dirección a un árbol, se para en frente de él, grazna y vuela hacia dentro de él. La verdad es que cuando hizo ese sonido y ver al cuervo volar me sobresaltó un poco porque no me lo esperaba, pero sigo adelante, caminando tranquilamente pues ver la nieve caer y que con tanto silencio me tranquiliza.
Menos mal que llevo mi gordo jersey beige, mi bufanda de lana marrón, mis pantalones azul agua y, aunque nadie lo sepa, llevo unos leggins negros debajo con los que, gracias a ellos, estoy más calentita todavía, también llevo unos mocasines marrones a juego con la bufanda y unos calcetines de rayas de pelito.

Hoy he tardado más de lo normal en llegar a casa, pero cuando llego, lo primero que hago, como siempre, es soltar mi maleta de rayas multicolor - la verdad, es muy cuca - y enciendo la chimenea, me disculpo con Dana, acariciándola, por haber tardado tanto, le echo algo de comer que encuentro que le puede venir bien y después como yo. Esa tarde hago los deberes y limpio un poquito la casa y ordeno mi cuarto. Cuando termino decido ponerme en el ordenador para mirar mi correo y unas cuantas cosas más, y como es de esperar, tengo uno de Kathy.

14/12/2011 a las 21:33

De: Kathy Brown.

¿En la fiesta de el otro día? ¿La de Maggie? Que yo sepa no, es por lo de el tal Daniel ese, ¿verdad?
No pienses más en eso Leslie, sí es algo importante ya se verá.


Kathy tiene razón, debería dejar de pensar en ello, no será nada, seguro. Escucho a Dana ladrar y a sus pequeñas patitas subir las escaleras.
"Es más mona" - pienso.
Viene a mi habitación, me giro con la silla y apoya en mis piernas sus patitas.
-- ¿Quieres salir de paseo? - le pregunto y ladró -. ¿Sí? - me da con las patitas en la pierna -. Pues venga vamos, pero te tengo que llevar cogida hasta que te compre un collar y una cuerda en el supermercado ¿vale?
Bajo a abajo, apago la chimenea y me aseguro de que todo esté bien cerrado. Cojo las llaves y el dinero que me queda, me pongo la bufanda, me pongo los mocasines, cojo a Dana y nos vamos.
Como le dije, la llevo cogida, y acariciándola. Llegamos al supermercado, compro comida para cachorros y un collar rosa pastel con la correa a juego -sí, me encanta el rosa y además, a Dana le quedará de miedo con el color que tiene-, también cojo champú, un cepillo para perros y bolsitas para recoger los excrementos, aparte cojo unos cuantos avíos para aguantar hasta que mis padres lleguen, y espero que sea pronto.
Antes de salir le pongo a Dana el collar y la correa. Paseamos durante 15 minutos, por que el frío a las nueve de la noche ya es más que insoportable, no hay quien pueda estar hoy en la calle a esa hora por muy bonito que se vea todo.

Esta noche estoy cansada así que comemos y directamente nos vamos a la cama, de lo que yo no me he percatado es de los ruidos de fuera. No escucho absolutamente nada y eso será buena señal.
Supongo.


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    Vestimenta de Leslie: